Medir el progreso de alguna tarea es algo común, pero desafortunadamente no todos lo hacen de la manera correcta, lo que puede conducir a algunos juicios erróneos. Reflexiona más sobre tus revisiones de progreso para lograr que sean una fuente constante de mejora para tu organización.
Las revisiones de progreso pueden motivarte, ayudarte a identificar cuándo estás siendo descuidado e indicar cuándo cambiar de rumbo para alcanzar las metas organizacionales.
Sin embargo, si no reflexionas cómo defines el progreso, puedes medir el aspecto incorrecto o medirlo de manera errónea. Puedes terminar desmoralizado sin motivo o quedarte atrás en un proyecto sin saberlo o perder oportunidades.
Por lo tanto, si vas a medir el progreso, ¡hazlo bien!
Importancia de medir el progreso de objetivos
Probablemente trabajas demasiado pensando que más trabajo genera más progreso. Pero, ¿realmente es así? ¿Alguna vez has medido tu desempeño? Simplemente por estar ocupados y estresados no significa que estamos logrando algo. Necesitamos monitorear qué tan lejos estamos de nuestros objetivo y si estamos acortando esa brecha.
Primero determina el tipo de objetivos que estás persiguiendo. Por ejemplo, los objetivos de resultados, como conseguir un ascenso, son algo por lo que trabajas y no algo que simplemente haces. Los objetivos de proceso, por otro lado, son acciones medibles que te ayudan a acercarte a tu objetivo de resultados, como hacer diez llamadas de ventas más cada día.
Checa estos indicadores para medir el rendimiento de vendedores.
Diariamente, mide el progreso de tus objetivos, monitorea el movimiento general hacia un objetivo de resultados.
Por ejemplo, si trabajas en ventas, tu objetivo podría ser realizar cincuenta llamadas en frío al día. Si ese es tu objetivo, enviar 200 correos electrónicos no debería contar como progreso. Además, si tu objetivo de resultados es cerrar ventas y no has cerrado una en meses, es posible que debas reflexionar si tienes los objetivos correctos.
Tal vez el “número de llamadas” no conduzca a ventas. Quizás, en su lugar, necesites hacer llamadas de calidad. Por lo tanto, haz que tu nuevo objetivo modifique tu discurso de ventas y dirige tu trabajo hacia eso.
Mide qué tan lejos has llegado
Otra manera de monitorear el progreso es analizar qué tan lejos estás de tu punto de partida.
Samuel tiene veintitantos años y acaba de crear una compañía de entrega online bastante exitosa. ¡La visión de convertirse en el próximo Amazon.com parece imposible! O por lo menos, a años luz de distancia. Y lo está. Pero saber que todavía no es Amazon no es una medida útil para evaluar el progreso. Además, está tan lejos que ni siquiera está claro qué caminos conducen a ese resultado.
En cambio, Samuel puede concentrarse en lo que se ha logrado hasta ahora. Comenzaron sentándose alrededor de la mesa del comedor. Ahora tiene oficinas, clientes y un modelo de negocio que funciona, dinero en el banco y ganancias.
Al medir el progreso en función de lo lejos que han llegado, no en la distancia que les falta recorrer, Samuel puede darse cuenta de que han progresado mucho y puede asegurarse de que esto continúe así a medida que se agregan más y más puntos a la lista.
Conoce la importancia de la correcta medición de resultados en una empresa.
Mide la distancia a tus objetivos
Puedes comenzar a medir qué tan lejos estás de tu meta y enfocarte en cerrar la brecha.
¡No hagas esto demasiado pronto! Cuando hayas pasado el punto intermedio, comienza a medir tu progreso según la rapidez con la que te estás acercando a tu objetivo. Establece nuevas metas para impulsarte esos últimos metros que te faltan.
Una buena manera de hacer esto es hacer una “checklist” de las cosas que tendrás que hacer para llegar al punto final. Estas pueden ser cosas como “realizar pruebas A/B con grupos focales” o “escribir un correo electrónico para llamar a los participantes de las pruebas A/B”. Una vez que tu plan esté en papel, terminar tu proyecto parecerá mucho más factible ya que todos los pasos que debes seguir están justo enfrente de ti.
Vuelve a medir continuamente
Una vez que descubras la mejor manera de medir el progreso, y los tipos de progreso que necesitas monitorear, elige con qué frecuencia lo harás. A veces, medir el progreso una vez a la semana es suficiente. Sin embargo, en mi experiencia, es mejor monitorear el progreso cada dos o tres días.
De esa manera, si de repente te das cuenta que no estás donde deberías, sólo tienes que recuperar dos o tres días de trabajo. Si únicamente estuvieras revisando una vez a la semana, podrías retrasarte una semana completa antes de notarlo.
Lo que se mide se gestiona. Y nos encanta gestionar el progreso. Diariamente, enfoca tus mediciones en tus objetivos. Con un poco de experimentación, puedes encontrar el equilibrio mágico que te mantiene funcionando al máximo.
Puedes medir los indicadores de una empresa a través de un dashboard. Este tipo de herramientas te ayudan a poder visualizar mejor el progreso de tus objetivos, incluso en tiempo real, para hacer las mejoras necesarias para llegar a tus metas.
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